PRÁCTICA E INVESTIGACIÓN EDUCATIVA II
MARÍA EMILIA GARCÍA
PROFESORADO EGB 1 Y 2
AÑO 2006
UN COFRE DE RECUERDOS
Comenzar a relatar mi infancia es volver a recordar los gratos momentos que de niña viví, así también hubieron malos. Es encontrar la llave de un cofre guardado, lleno de emociones, sueños, tristezas. Comienzo por dar vuelta esta llave, abrirlo y encontrarme entre mi numerosa familia.
Mi padre, además ser muy culto, es un fanático político y se dedica a la agricultura, siempre preocupado por las tormentas de verano. Mi madre, docente, recibida a los dieciséis años, apresurada todo el día por los quehaceres de la casa para luego salir hacia la escuela y dejarnos al cuidado de mi tía Andrea, su hermana. Una tía a quien quiero como una madre, ya que me cuidó desde los cuatro meses y que solía rescatarme de las travesuras a las que me sometía mi hermano, por ejemplo Cristian, un día clavó las puntas de mis dedos en una madera. Era gran trabajo para ella cuidar de cinco sobrinos, sí somos cinco hermanos. A enumerar: la más grande, Alejandra, inteligente, nos ayudaba en nuestras tareas escolares. Fabricio, el gracioso de la casa. Cristian el más travieso, jugando al mecánico, armando y desarmando lo que encontraba. Después sigo yo, soñadora, sociable, tal vez un poco inocente, pero dispuesta siempre al juego. Por último la chiquita y la mimada de la familia, Ibel, con sus llamativos cabellos rubios y deslumbrantes ojos del color del tiempo. Cuidábamos todos de ella como si fuese una muñeca.
Nuestros días eran felices, ayudábamos a mamá en las tareas de la casa. Cada día de la semana cada uno tenía una tarea designada ¡ y ojo si no lo hacíamos!.
Me agradaba concurrir a clases, estar con mis compañeras, jugar con ellas y debía portarme bien ya que mamá trabajaba allí. En 1º grado me gustaba pintar todas las tareas, pero la “Seño” no era muy afectuosa y no recibía muchos elogios por parte de ella, pero yo sabía que tenía un lindo cuaderno.
Cuando pasé a 2º grado, leía muy bien, perseguía a todos en mi casa para demostrar mis habilidades de lectora. La verdad que los cansaba, pero igual seguía insistiendo. Ese año, recuerdo a mis hermanos gritar ¡Maradó.. Maradó!, no entendía bien lo que pasaba, pero disfrutaba compartir esos momentos del mundial con mi familia. Así nació mi afición por los deportes.
Cuando llegué a 3º grado me preocupaba mi relación con la maestra porque ella muy seria, nos daba unos minutos de relajación después de cada recreo, pero en mí no se producía ningún cambio.
Mamá tomó titularidad en la Escuela Toro de Tupungato, por lo debimos dejar la Escuela Compañía de María y trasladarnos con mi madre, a pesar de sentir mucho de dejar mis compañeros.
Entonces 4º grado lo comencé en la nueva escuela y gracias a mi querida maestra Graciela, puede adaptarme rápidamente a mi nuevo lugar. Al llegar a fin de año se consolidó mi grupo de amigas y pasamos a ser las elegidas del curso, según el apodo de nuestros compañeros que jocosamente nos colocaron.
Cuando tenía diez años disfrutaba más jugar afuera con mis amigos y vecinos, sobretodo en el verano cuando teníamos deberes que hacer. Mi juego preferido era andar en bicicleta, el fútbol y otros juegos. Para fútbol formábamos dos equipos y mi hermano me elegía siempre para el arco.
Cuando nuestros padres nos llamaban para entrar a la casa era una decepción, pero al otro día seguro que todo comenzaba de nuevo. Para esta época comentaba con mis amigas del algún chico que nos gustaba o nos molestaba. Nuestros gustos comenzaron a cambiar, ya no queríamos mochilas con dibujitos, ni peinados de niña.
Mi Señorita se llamaba Liliana, muy moderna, observábamos su vestimenta y sus labios pintados de colores fuertes, era delicada y estricta.
Al llegar una tarde a mi casa, mis padres pensaban en la mudanza. Una tristeza invadía mi corazón al tener que dejar la casa y el barrio donde fui tan feliz. En esa casa alquilábamos y nos mudamos a nuestra casa propia, la cual me gustó mucho porque era cómoda y grande.
En nuestro nuevo barrio tuve que relacionarme con nuevos vecinos, quienes se transformaron en buenos amigos.
Cuando se acercaban las vacaciones emprendíamos viaje a nuestra finca “La Pampa”, donde pasábamos momentos maravillosos, nos divertíamos mucho junto a mis hermanos: andábamos a caballo, le dábamos de comer a los animales, hacíamos casas en los árboles, jugábamos en los arroyos, pescábamos con papá en el estanque, juntábamos frutas, participábamos de las cosechas, ordeñábamos vacas.
Mamá nos hacía un delicioso arroz con leche, dulce casero, pan casero y un café con leche inolvidable. Adorábamos aquel lugar, en el cual fuimos felices.
Al regresar a casa, comenzaban los preparativos para el inicio del nuevo año escolar. Entrar a 6º grado fue una linda etapa, las tizas y borradores, iban y venían. Hasta que la maestra colocaba orden de inmediato y todo se acababa. Ese año descubrí mi pasión por el hándobol especialmente y me convertí en una gran jugadora. Me animé a soñar porque todo dependía de mi fuerza y mi vocación, fue así que llegué a ser jugadora del Seleccionado Mendocino de Hándbol.
En el camino me encontré con tropiezos y desilusiones, pero nunca dejé de luchar. Además ese mismo año fui Segunda Escolta de la Bandera de Ceremonia, lo cual fue una gran recompensa a todo mi esfuerzo y dedicación al estudio, como así también fue un orgullo para mi familia. Disfruté con gran felicidad de los actos y desfiles en los cuales representé a mi escuela.
En 7º grado, el último año de la primaria, me entristecía pensar que mi grupo de amigas se separaría. Fue difícil dejar la bandera que acompañé con tanto orgullo. A la vez estaba ansiosa por saber como sería el colegio secundario.
Pasó el año en el acto final, festejamos y lloramos porque a partir de allí comenzarían muchos cambios, dejábamos la niñez para entrar a la adolescencia.
Así concluí mi primaria, por eso cada vez que miro hacia atrás, siento nostalgia de los momentos que viví y un gran orgullo porque siempre me animé a soñar, a disfrutar, a esforzarme y a luchar cada día para vencer cualquier obstáculo o cualquier motivo de tristeza y miedo. Vencí los temores que a veces se apoderaron de mis esperanzas. Sólo vivimos una vez, por lo que debemos vivir lo mejor posible.
Ahora cierro el cofre de todas estas emociones, con la misma llave, pero la dejo bien cerca para revivir esa etapa que sin duda fue la más feliz e inocente.
María Emilia García
ANÁLISIS:
La infancia:
Llena de emociones, tristezas, sueños
Inocente
Niña sociable, amante de los juegos y las travesuras
Aficionada por los deportes
Juegos con amigas: soga, escondida, muñecas, bicicletas
Momentos maravillosos junto a mis hermanos en nuestra finca: los arroyos, casas en los árboles, cosechas, caballos...
Desiluciones, luchas, nostalgias
Miedos, esperanzas
Alumno:
Buena alumna y lectora
Querida por compañeros y maestras
Predisposición para el aprendizaje
Felicidad por las calificaciones
Igualdad entre alumnos
Solidaria, dedicada
Educación Física: handball
Respeto por símbolos patrios (segunda escolta)
Recreos divertidos
Interacción:
Maestra seria, exigente
Maestra cariñosa, comprensiva, dulce, carismática
Contención
Actos escolares y desfiles
Viajes escolares
Contenido Escolar
ANÁLISIS: "MUNDO MÀGICO"
Quiero destacar lo importante que es la etapa de la infancia, porque sin duda es la más inocente, llena de emociones y tristezas. Se empieza a luchar, a compartir, a vivir momentos inolvidables junto a nuestos afectos. Es la etapa de cambios, de responsabilidades y cumlipiento que asociada a la escuela se convierten en esperanzas para emprender un soñado futuro. La escuela deja marcas, los mejores recuerdos de maestras, compañeros, juegos, por los tiempos hermosos, el aprendijzaje, que quedarán siempre en el corazón.